Están hablando de Cronothopía:

miércoles, 18 de enero de 2012

A la Virgen del Olvido

    
                              Ilustración por Egon Schiele (gracias por dejarte robar)      
              


 En todo este tiempo estuviste latente. Como las estaciones duermen en el silencio de la tierra para volver año tras año, irremediablemente, y traer consigo algo nuevo que es casi idéntico a lo que ya pasó. Como el futuro que recuerdo cuando sueño. Se conjuga el tiempo en dos o tres instantes de mi vida en los que, más allá de este cuerpo (que empezará a arañar la vejez con más violencia en breve), vivirán esa vez y para siempre en el universo, flotando como una pelusita que alguien sacudió de su hombro hace cada vez más años. En una de esas pelusitas viajamos los dos. Todo lo que espero debe parecerse irremediablemente a lo que pasó, si fue con vos, claro. El futuro es una caja de cartón donde buscamos los juguetes perdidos en la niñez. La vida se vuelve cada vez más insoportablemente real, el juego se torna difícil y hasta cruel, las distancias son mayores, los tiempos más cortos. Las noches duelen, y el día es siempre la víspera de algo que nunca llega, y nos vamos diluyendo. La metamorfosis inversa comenzó, quiere hacerse con nosotros, y quiebra nuestras antenitas, raspa el polvo azul de nuestras alas, y nos envuelve en la rutina, en el cansancio; los días se parecen a los caprichos de un crío que juega con la llave de la luz. Pero vos seguís ahí, eso corta los sedosos hilos que quieren hacer de mi un capullo, luego una lenta, gris y aburrida oruga; quieren hacer conmigo la apócrifa estátua de mí mismo. A veces me salva la vida y vos, los colores, las nubes, el dulce de leche, y una casita de madera; y los caramelos media hora, árboles, flores, muchas flores y Miles Davis y Hesse y la gente linda, los míos y los tuyos; y el pan casero y agua y luz por todos lados y fotos, me salvan los dias que nos inundan como una represa que rompe el tiempo; y más fotos, libros, cuentos, y niños y juguetes y hamacas y hierba bien verde y mariposas y besos y pestañas que hacen cosquillas y pájaros, y mar; y cerro. Y vos. Y yo. Y la vida; y mas agua, y mas flores y más música y el hierro rindiendose al pan y el cemento arrodillandoce a la vida y tierra fértil y no más esperas y no más búsquedas, y un portaretrato con marco de plumas perladas y hojas secas; y el mundo encuadrado, resumido en ese instante: en una foto bien enfocada que huele a naturaleza, donde nos revolcamos juntos, y en la que nada de lo que amamos está fuera de plano. Así creo, son las instantáneas que guarda en su álbum Dios.
  Acá son ya las 2:05 de la madrugada, me cuesta irme a dormir, últimamente me turban malos sueños y la cama siempre está tan fría. Releo y releo tu último mensaje, te busco entre esas palabras, las hago a un lado como si buscara un anillo perdido en la maleza, brillas de a poco y te esfumas de nuevo entre tantas dudas. Hay mucho tiempo entre nosotros y mucha ausencia encarnada. Te confieso, Virgen del Olvido, que guardo una hoja en blanco que lleva escrita, a la altura del corazón y en cursiva legible, la palabra soledad (con tinta que riega venas). ¿Será nuestro destino el del "cervatillo almizclero", el de "Los dos que soñaron" o el del poeta que va tras los versos que le persiguen?
  He visto otra foto nuestra, está en una de tus cámaras, recuerdo el momento como si fuera mañana: acomodaste, acomodas, o lo harás, el trípode en una esquina de la habitaciòn, junto a un ventanal por el que entraba una luz lechosa y algo rosada, apuntaste el objetivo hacia la cama, la cortina se hondeaba levemente por la brisa que venía de la calle, estoy seguro que olía a asfalto empapado por una lluvia de verano, de esas que tanto te gustan. La cama era grande, tanto que entraban en ella todos los sueños, de todas las noches que nos quedan. Las sábanas habían estado blancas y tan muertas como salinas, hasta esa tarde; ahora tenían los colores de tus oleos y arrugas empapadas por el sudor de nuestros cuerpos y el sabor del chocolate derretido y el olor de tu cuello y el de tus hombros y el de mi nuca, había ropa interior sobre una botella de Merlot que guardaba un mensaje, y hojas arrancadas a un libro de Whitman entre tus piernas, estas aleteaban como una bandada de colibríes a punto de escapar de  tu pubis. Descansabas tu cabeza en mi pecho escuchando secretos que te contaban mis latidos, con tu mirada perdida en el reloj de pared al que habíamos prometido no ponerle nunca más pilas; y hablábamos del tiempo y yo te contaba historias y llorábamos y reíamos como dos locos desvariados, hasta que el flash de tu cámara nos encandiló y luego la tarde herida caía tiñendo la habitación, después la noche y más amor y el letargo y mi mano buscando en la oscuridad el fantasma de tu rostro y tu mano buscando en la misma oscuridad el fantasma del mío, y dos manos que se encuentran y se aprietan y se posan y descansan por que esta vez no hay fantasmas sino los cuerpos que proyectan a esos fantasmas, compartiendo la misma oscuridad. Y a un lado, en el cajón de la mesa de luz una postal desde el Río, bajo el Árbol de la Vida. Y nuestras respiraciones encontrando sus ecos en el silencio. El día de esa foto tu nombre no me raspaba la garganta, te llamaba de tan cerca, de tan cerca, que mis palabras sonaban a burbujitas de saliba estallando al roce de tu oido.
   Son ya las 2:35, al fin llegó el sueño, espero encontrarte esta noche a la vuelta de la esquina de mi cama, invitarte a dormir en mi boca y mañana, si hay un mañana, juntos llegar tarde al futuro.

Epitafio, que es a la vez introducción obligatoria  para una posible relectura.
  
   Tristán Sereno tira una piedrita, dibuja algo en el suelo, se ata los cordones y me mira con esos ojos grandes hasta la exageración, sus pupilas brillan pero no dice nada. El niño me ve partir de nuevo por la calle Arenas; en su perspectiva me diluyo a medida que la noche encarna al hombre que, entre tantas sombras, se parece un poco más a su propio olvido. Luego un rumor vacío, un eco casi silente, hojas secas, olor a asfalto, luces, bocinas; hay una búsqueda, una espera, un encuentro y un infierno gris y mojado; perdidos en algún espacio, en algún tiempo; se conjugó un eclipse y el sol le dice a la luna -es poco tiempo y no me alcanza para amarte-. Tristán Sereno ya no me ve, quizás me espere, quizás. Tal vez sin quererlo, esta vez, te busque a vos (que sos Ella) en la ciudad; por la noche te cruce y no te reconozca, tu paraguas roce al mío, nos traspasemos como dos fantasmas; me pienses, te piense y pensemos en que “se hace tarde y es tanto el amor”. Nunca alcanza el tiempo o el amor o ambas cosas. Después, como siempre pasa, nos tragará el mundo y escupirá nuestros nombres fuera de las listas de los que fueron felices. No me busques en las calles, en los sueños, en el google, el del facebook tampoco soy yo, pero acá estoy siendo un poco menos que el de mañana y un poco más del que mi niñez vio partir por la calle Arenas, antes que las horas y el cemento me hicieran mil pedazos.


Thatto Vüdou  (07/09/2010 - Málaga, España) 

2 comentarios:

  1. Espero lo hayan disfrutado. Muchas gracias desde ya por leerme, espero sus comentarios a fin de poder mejorar día a día como escritor y persona. Saludos.

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    1. Esto podría llamarse un Don... el de dibujar con palabras personajes y escenarios tan sublimes como para desear ser y permanecer en ellos aunq sea unos segundos. Admiré tu habilidad de ornamentar esta historia con ese toque de magia que todos alguna vez hemos aspirado a presenciar o rozar al menos, y ojalá se pudiera realmente retratar en la eternidad esos efímeros instantes en que el Amor pareciera detener el tiempo... pero es imposible atrapar lo etéreo, solo se puede acudir a un resto de memoria q intente acaso emular una mínima porción de lo q la inmensidad del Amor realmente propaga en el aire, los cuerpos y el alma... de todos modos estremece cuánto te aproximás a ese retrato con lo q escribis, haces que al cerrar los ojos todo aquello se vuelva alcanzable a través de cada uno de los sentidos. Me gusta mucho leerte, aquí estaremos esperando por más. Éxitos, TODOS!

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